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Pepita

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Ella es una mujer de pocas palabras tiene la no poca capacidad de observar y analizar mas allá de las simples cosas, le gusta el té, una vez le quise enseñar y humildemente acepto una de mis recetas, también le gustan las abejas, así que supongo que el té con miel debe ser de sus favoritos. Pepita se ríe, porque ve las cosas antes que pasen, incluso las ve cuando el resto piensa que nadie lo sabe, pero ella si lo sabe y siempre tiene su sabia reflexión a disposición del aturdido. Su voz es suave y profunda, de un color café rojizo, pero al igual que el té, se necesita tiempo para conocerla, su consejo es muy preciado por sus amigos y aceptado como sabiduría. Pepita es una mujer muy bella, un alma bella que de todas maneras vale la pena conocer y que agradezco haber encontrado posada en la flor de coronel.

Diggity

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Salí a pedalear por los rincones donde no hay gente, recuerdo el humedal, estaba oscuro y el camino era muy malo, mis ruedas se resbalaban entre las piedras y la arena de la orilla, fui al mar, no quería humanos cerca de mí, y cuando volvía por aquella ruta sucia y abandonada por la humanidad, se me apareció una pequeña criatura negra y con carita asustada... se me cruzó! Yo la miré y me detuve a hacerle cariño, la criaturita me miraba y yo también, huesuda y hedionda a pescado me siguió por una cuadra, como si en ese seguimiento se estuviese aferrando a una posibilidad que no entendí. Estaba abandonada. Me detuve, la volví a mirar, ella se alzó como pudo y me toco la pierna con sus patitas delanteras, me miró, la miré, y entonces le pregunté: ¿Me adoptas?, entonces la levanté y la puse en una de mis alforjas, nos veíamos muy simpáticos en bicicleta con dos cabezas al viento pensando en la vida y sus vueltas, llegué a casa y me traje a mi nueva compañera de viajes: Diggity .

En una tragedia aparece lo peor de las personas, pero también lo mejor

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Tiempo ya de no escribir una historia, ésta en particular viene de la mano con mi nuevo pueblo chico, pueblo al cual llegué pedaleando como el anterior pueblo chico. Resulta que ahora vivo en Coronel, una pequeña comuna ubicada a unos 20 kilómetros al sur de Concepción. En este pueblo hay muchos personajes que destacan y que se me repiten a lo largo de todos los pueblos chicos que he conocido. Vivo muy cerca de mi trabajo y por lo tanto la bicicleta es mi medio de transporte ideal, todos los días salgo 15 minutos antes de entrar a clases y por la tardes me devuelvo por la misma ciclovía que bordea un parque relativamente nuevo, todos los viernes, sábados y domingos, se para al costado de esta ciclovía don Jose Luis, un "viejito de la calle" que vende ceviches a los transeúntes y que lleva muchos años en la misma esquina. He pasado tantas veces por su lado que mas de algún ceviche le compré, y con el tiempo cada vez fue más el tiempo que me paraba a conversar de su vida, él

Agua Caída del Cielo

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Resulta que tengo un ángel de la guarda, es mi madre, desde esa vez que le dije que me iba de viaje ella se empecinó en orar todas las mañanas para que mi viaje no tuviera inconvenientes, y al parecer da resultados… La historia me lleva al desierto peruano que existe entre el puerto de Mollendo e Ilo, para ese entonces, yo ya había cruzado Bolivia en bicicleta y parte de Perú, ya llevaba más de un mes pedaleando sobre los 3000 msnm, y había acumulado mucha fuerza en mis piernas y mucha confianza. Esa mañana salí desde Mollendo, es una ciudad muy caótica y con un mar cálido y ventolero, revisé el mapa y noté que eran más de 100 kilómetros por una ruta que a simple vista no parecía tan terrible, pensé: “con todo lo que llevo pedaleado, 100 kilómetros eran fáciles”… salí de la hostal y pasé a comprarme un sombrero de esos gigantes con los que pareces mariachi. Al comienzo estaba confiado, cuando comencé a salir de la ruta llevaba conmigo poca agua, poca comida, exceso de confian

Augusta

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A ella le gusta sonreír, y mandar, nadie tiene muy claro cómo es que llegó al poder, entre sus pares la reconocen como alguien poco preparada, saben que a pesar de su corta carrera ya ha sido expulsada de otros lugares por las constantes quejas que evoca su presencia y conductas. Cuando está al frente, expone con gran elocuencia sus puntos de vista, su vestimenta, su maquillaje y su sonrisa parecen darle seguridad, pero es claro que es solo una máscara. Muchas veces la han corregido por el poco sentido común de sus ideas. Debe tener un protector, y algo debe hacer para que la protejan. Tiene encanto, dicen. Pregunta voluntariamente con tono de mando y presiona psicológicamente a las personas a responder sus absurdas preguntas, le acomodan mucho las votaciones espontáneas, seguramente para validarse y ver a quienes puede mantener bajo control, cuando alguien le cuestiona en público, comienza a buscar aliados a su alrededor evocando momentos difusos y comentarios perdidos en el pasillo.

Sobre viajar en compañía...

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Normalmente viajo solo, no porque sea un anti social (aunque sí un poco), si no porque es difícil encontrar un compañer@ de viajes que disponga de los mismos recursos que yo para viajar: Tiempo, actitud y bici. Es por eso que cuando veo parejas viajando me pregunto cómo fue su origen, que los gatillo a tomar la decisión de viajar juntos y como es que no se matan en el intento. Por cosas de la vida y el amor, este año ya no viajo solo, una compañera que floreció tal como yo lo hice hace unos años atrás, me acompaña en este camino. El inicio fue como todas las grandes cosas, sin ponerle límites mentales y dejando que las cosas pasen como deben pasar. Decidimos hacer un viaje de prueba en bicicleta desde Los Vilos hasta Valparaíso, algo relativamente fácil para conocenos en esa extraordinaria situación. El inicio no estuvo exento de problemas, nos atrasamos en nuestra partida y a pesar de que pareciera que el destino nos jugaba en contra una y otra vez (a ella la atropellaron, le robar

Un gustito...

Nunca he sido buen lector, solo leo cuando no me lo insisten (lo mismo me pasa con todo), pero por un instante, hoy creí entender a los amantes de la lectura... te leí, y sentí nostalgia al pensar que las letras que hilaste provenían de tu cabeza, y que tu voz aguda y entretejida con historias perdidas en el tiempo sonaba una vez mas en mi cabeza, como cuando en esas micros hediondas hablábamos de la vida y la felicidad. Te tengo en la cabeza y pensé en mandarte un mail, pero es mejor leerte.